Pequeños relatos que te encantarán (1-5)

1

Mi hija de seis años había tomado la costumbre de despertarse entre la una y dos de la madrugada, entrar de puntillas en nuestra habitación y meterse en la cama con nosotros.
La otra noche todo estuvo tranquilo hasta las cuatro de la madrugada, cuando una pequeña figura vestida con camisón se deslizó en la cama, me besó y susurró: "Lo siento, llego tarde".

2

Cuidado con lo que cuidas:
Una estudiante de enfermería vigilaba en la unidad de hidroterapia a un grupo de muchachos con síndrome de Down. Al observar que un chico aún no se metía en la piscina, la enfermera extendió ambos brazos para invitarlo a entrar, y le dijo:
-Ven cielito; yo te cuidaré.
El joven sonrió y repuso:
-Me encantaría, pero yo soy el socorrista.

3

Soy maestra y, un día de invierno despejado e intensamente frío, me tocó vigilar el patio del colegio durante el recreo del mediodía. Estaba congratulándome a mi misma por haberme puesto un abrigo de piel de conejo, cuando una niña de párvulos se me acercó y dijo:

-¡Qué hermoso abrigo lleva señorita! ¿De qué es, de león?-No-le respondí-: es de conejo.

Abriendo mucho los ojos, la chiquilla exclamó:

-¿De conejo…? ¿Así, tan grande…?

4

Cuando mi hermano de dieciocho años de edad, que era bajo y de poco peso decidió alistarse en la Infantería de Marina, el oficial de reclutamiento local le preguntó por qué quería alistarse.-Porque –repuso entrecortadamente- los marines hacen hombres.

El oficial miró los cincuenta kilos de su constitución y repuso.

-Bueno, pero no prometemos nada.

5

Mientras guardaba cola para votar un día de elecciones, el individuo que me precedía me confesó que aún no había decidido a quién iba a dar su voto. Por fin, entró en la cabina. Desde el exterior escuché un leve crujido, y luego vi salir rodando de allí una moneda que fue a parar junto a mis pies. Hubo un instante de silencio, roto por la voz del dubitativo votante que preguntaba, vacilante, desde el interior:

-Bueno, ¿qué ha sido?

-Cara –dije yo.