Alas de ángel.


Hubo un día un muchacho que estaba discutiendo con otro muchacho. Como toda conversación, uno comenzó a tener más razón, en este caso el primero. El segundo, lejos de callarse y reordenar sus pensamientos, se enfadó y comenzó a hacer aspavientos.

El primer muchacho, mirándolo, no pudo sino recordar a Don Quijote arremetiendo a los molinos.

MORALEJA: FRENTE A UNOS ASPAVIENTOS, TODOS SON DON QUIJOTES.

----------

Hubo una vez, en un alejado reino, una encarnizada batalla en la que finalmente, uno de los líderes, falleció.

Su ejército entonces abandonó las armas y fueron tomados cautivos. Mientras los ganadores se embriagaban, ellos estaban encadenados tiritando de frío. 

Fue entonces cuando uno le dijo a otro:

-Podría ser peor.

-¿Cómo podría ser peor?

-Podría estar en la misma situación, pero ser igual de feo que tú.

MORALEJA: EL PRIMER SENTIDO QUE DESARROLLA UN PERDEDOR, ES EL SENTIDO DEL HUMOR.

----------

Érase una vez, en un castillo de hierro, una pareja que lo habitaba: el herrero y su mujer.

A veces, el herrero abusaba de ella. Como si trabajase el metal, golpe a golpe la sometía, la moldeaba. Ella, ente pasivo, se dejaba moldear, y cambiaba sus costumbres, lo que creía que había originado esa actitud. A veces se preguntaba si debería pelear con él, si buscaba una pelea y no abusar de ella. Pero le atormentaba cómo podría acabar la situación: porque en ella se jugaba su vida, y no quería acabar así.

Un día, cuando la habitación olía a carne quemada tras ser esculpida otra vez, se hundió las manos en el pecho para estrangular ese maltrecho corazón que amaba a su abusador. Pero latía tan débilmente, que se pasó de largo, y sus manos salieron por su espalda transformadas en alas. Se hizo ángel.

Voló, sintió la belleza de la vida en sí, más allá de su tortura. Dejó que los vientos la arrastrasen, se sentó en las copas de los árboles. Pensó en los dibujos sobre ángeles que había visto, y en cómo tenían manos. ¡Pero qué equivocados estaban! ¡Los ángeles no necesitan manos!

Y así pasaron los días en su imaginación. Hasta que un día los golpes en su cuerpo no sonaron como sobre el metal, sino como en una puerta. Una puerta que no volvió para abrir.

MORALEJA: MUJER MALTRATADA, COMO METAL FORJADA.

Comentarios

Entradas populares

Vistas de página en total